WASHINGTON IRVING Y LOS LUGARES COLOMBINOS. Jueves, 14 de agosto de 1828 “…Una torre árabe antigua en Villalba. Nos paramos allí a las ocho. Dos hombres cuidan de la posada. Compramos comida a un muchacho por media peseta. Al calesero le parece muy caro y está a punto de pelearse con él. Encuentro con un joven español en la posada, de buen aspecto aunque triste. Habla con libertad del lamentable estado de España y quiere irse a América. Cenamos juntos y tomamos gazpacho y un ragut hecho con una liebre y un lebrato que había comprado. Hablamos de corridas de toros, de bandidos, de contrabandistas. Toda la gente de esta parte del [reino de] Sevilla tiende a ser contrabandista; por la parte de Córdoba se inclinan al bandidaje. El calesero cree que no es posible remediarlo, lo hacen porque quieren. Duermo en un mismo cuarto con el joven español, el colchón de la cama sobre el suelo. Los ataques de tos de un viejo me tienen despierto. A las tres de la mañana salen los cosarios. Después de decir la misa. Tocan las campanas de la iglesia”.