Comprender la historia de los pueblos y de las regiones es tener capacidad para mirar más lejos y buscar los motivos de cada legado que nos regala el pasado.
España, potencia mundial del siglo XVI, empezaba y aumentaba un gigantesco comercio marítimo con el Nuevo Mundo y los barcos, cargados de riquezas y productos del todo el planeta, pasaban por las costas onubenses.
Si a esto unimos el hecho de que la desembocadura del Guadiana también era puerta para el comercio podremos entender por qué se tomó la decisión de regar la costa atlántica, desde Gibraltar hasta Ayamonte, con estas monumentales torres defensivas.
Los piratas berberiscos, pero también de otras naciones enemigas, acudían como las abejas a la miel en busca de su trozo de pastel.
Esta Torre de Canela sigue el mismo modelo del resto de torres: planta cilíndrica o cónica sobre un plinto de dos metros con una altura total de casi 18 metros y construida con mampostería y sillares. Sin apenas aberturas eran reductos muy útiles para su labor y prácticamente inexpugnables.
Debemos pensar en el alivio que podía suponer para parte de la escasa población del litoral ver estas defensas. Aunque merece la pena recordar que el contrabando también formaba parte de la economía deprimida de muchas familias para los que la presencia de esta guardia no era bien vista.
En plena Isla Canela, cerca de Punta del Moral, se encuentran los restos de muralla y del castillo que en su día apoyaron en la defensa del litoral a esta soberbia torre restaurada en el año 2010.