La caza, moda importada de Europa, cada vez tenía más seguidores entre las clases pudientes de la época. Y el marqués de Aracena, Don Javier Sánchez Dalp, queriendo elevar la categoría social de la zona, se propuso acercarla a la alta sociedad sevillana. Para ello encargó a Aníbal González, con el que estaba emparentado, la construcción de bellos edificios como el que nos ocupa.
Cuando el arquitecto de la Plaza de España de Sevilla empezó a trabajar en la obra tenía en mente a la familia real española. Alfonso XIII y Victoria Eugenia eran habituales de la comarca y, aunque vieron en él un rincón ideal para el descanso, finalmente serían las infantas las que lo visitarían hasta la proclamación de la II República, en 1931.
De arquitectura regionalista andaluza, se trata de un conjunto con dos pabellones de caza levantados en lo alto de la colina que domina Jabugo. Sus nobles fachadas están facturadas con piedra y siete tipos de ladrillos, mandados a hacer en los hornos del Mayorazgo.
Este edificio actualmente está siendo reformado en su interior para albergar el Centro De Innovación y Promoción del Ibérico.