A mediados del II milenio antes de Cristo, algunos poblados del actual Andévalo onubense ya se dedicaban al tratamiento de minerales de la montera oxidada, ricos en plomo y plata. Comienza así la producción a pequeña escala de plata y oro que convertirá a estas minas en un referente para las civilizaciones antiguas del Mediterráneo.
Yacimientos arqueológicos, zonas de explotación minera, núcleos urbanos y ferrocarril minero forman parte del paisaje de la Cuenca Minera Tharsis-La Zarza, protegida por la Junta de Andalucía, mediante un BIC, como zona patrimonial.
Entre los yacimientos, que atestiguan el temprano desarrollo de la actividad minera y metalúrgica en la comarca, destacan el prerromano de Pico del Oro, los escoriales romanos de Los Silillos, La Esperanza, Filón Sur, Huerta Grande; las labores mineras de Filón Sur, Corta de Los Silos y Las Mesas; las galerías La Sabina, La Algaida y los restos de hábitats de Pueblo Nuevo y Lagunazo.
Ni el paso del tiempo ni la intensa actividad minera de los siglos XIX y XX en la zona han podido privarnos de disfrutar a día de hoy de los vestigios de aquellas primitivas explotaciones, que conviven en el paisaje junto a los elementos modernos de las minas contemporáneas, con sus impresionantes cortas a cielo abierto, así como la maquinaria pesada que se utilizaba para arrancar de la tierra la deseada pirita de cobre.