Los habitantes de la zona siempre supieron sacarle provecho al cauce de sus arroyos y ríos. Lo que no se imaginaban, allá por el año 1902, es que iban a poder sustituir los carburos y lámparas de aceite por modernas bombillas eléctricas, todo gracias a un viejo amigo y colaborador: el río Múrtigas.
Era el comienzo del siglo XX y la sierra de Aracena y Picos de Aroche reivindicaba su derecho a participar de los incipientes avances industriales. La modernidad llegó a las casas serranas cuando se creó, con un capital social de un millón de pesetas, la Compañía Eléctrica. La noticia corrió como la pólvora entre los incrédulos habitantes de los pueblos: ¡gracias al caudal del Múrtigas se podría obtener “fuerza hidráulica y térmica para generar electricidad”!
Prestos, se empezaron a levantar instalaciones que desviaban el cauce por una lieva de casi dos kilómetros, elevando el agua a 39 metros, hasta que finalmente se descargaba sobre la Central Térmica de "Los Batanes", también llamada "El Salto". La presión del agua en su caída generaba la energía deseada, lo cual en aquella época todavía era poco menos que ciencia ficción para algunos.
En su interior aún se conservan gran parte de las máquinas originales.