Entre Villalba del Alcor y Manzanilla abundan los campos de cultivos y las zonas forestales. Labrantíos fértiles salpicados de zonas arenosas, cultivos de cereales, vides y olivos crean una paleta de colores bella en donde pasear es un placer para los sentidos.
A lo largo de poco más de seis kilómetros, cogiendo primero el camino de Almonte hasta el primer kilómetro y medio para girar a la izquierda en dirección a Manzanilla, entramos en una zona forestal y de abundantes arenas. No por esto es difícil, por lo que no debe asustarse a la hora de encarar este tramo rico en eucaliptos y pastos.
Un poco más adelante volvemos a ver olivos y vides repartidos en parcelas de distintos tamaños. Cruzamos diferentes arroyos, como el del Porrillo o el del Ejido, antes de llegar a la localidad que es fin de la ruta.
Ya en Manzanilla no deje de visitar su bello patrimonio arquitectónico, entre el que destacan la Casa Rectoral, del s. XVIII, y la Iglesia de la Purificación, obra del arquitecto Lucas Cintora algo que también te sugerimos que hagas en la vecina Chucena. Ambos municipios tienen una gastronomía y repostería altamente recomendable, por lo que acabar la ruta en uno de sus establecimientos hosteleros puede ser el remate de una gran jornada.