Tonos verdes… amarillos… ocres y rojizos… el intenso azul del cielo… colores salpicados sobre el lienzo natural de los paisajes que envuelven la ribera del río Odiel…
Aguas que durante dos milenios movieron las pesadas piedras de los molinos harineros.
Desde Sotiel Coronada hasta Calañas, remontando río arriba, puentes barrocos como el de San Rafael, túneles, antiguas minas y hasta un acueducto decoran con aires de otros tiempos la ruta de los molinos, entre paisajes de jaras, matorral, arroyos, arenas y rocas.
De Norte a Sur, aún siguen en pie el Molino de la Llave, el de las Viudas, el de Santa María y el del Batán. Vestigios de una actividad que se apagó en los años 40 con la aparición de los motores y las alteraciones de las aguas del río a causa de la explotación minera.