Hagamos un esfuerzo e imaginemos a un vecino calañés en el 720 escondiendo a la Virgen de Coronada para que los musulmanes no la hallaran…
Así, escondida, estuvo hasta que en el siglo XVI volvió a encontrarla el pastor valverdeño Pedro Márquez. Fue entonces, en 1520, cuando se levantó esta ermita.
Durante esos siglos la imagen de la Virgen de Coronada estuvo ocultada debajo de una roca que hoy puede contemplarse debajo del altar mayor de la ermita.
Cuando se sube por la carretera aparece la ermita blanca, radiante, dando la bienvenida a Sotiel Coronada.
Sus porches, con cubierta de tejas roja, dan cobijo a lo largo de casi todo el perímetro.
Posee una capilla de una sola nave, con dos arcos torales apuntados y otro de medio punto.
Muy bien resuelto está el presbiterio, con una cúpula rebajada con frescos barrocos algo deteriorados por el rigor del tiempo.
En el lado de la Epístola está la sacristía y detrás del retablo el camarín de la Virgen.
Contemplándola es imposible no abstraerse, no imaginar tiempos pasados cuando, desde lejos, la gente peregrinaba hasta la Ermita de Nuestra Señora de Coronada.