San Silvestre de Guzmán es un pequeño pueblo de Andévalo onubense que hay que conocer. Paseando por sus calles o andando por su entorno iremos descubriendo la historia de esta comarca trabajadora.
Los molinos del Andévalo y otras partes de Huelva eran del tipo mediterráneo. Fue esta zona, de suaves cerros y cercana al mar, abundante en estos ingenios hasta tal punto que solamente la Mancha podía competirle en número. El viento del atlántico era generoso y permitía a estos gigantes de piedra moler toneladas de trigo en una sola jornada.
Situados a las afueras de los pueblos y cerca de los extensos trigales, estaban construidos en mampostería y piedra. Tenían forma de tronco con dos únicas aberturas: una para entrar y otra que dejaba salir el mecanismo que accionaba el molino.
Las velas, latinas o triangulares, movían las aspas y éstas toda la maquinaria de la molienda, que se situaba en la planta alta del edifico. En la baja vivía el molinero con su familia.
No es difícil imaginar la enorme actividad alrededor de estos bellos molinos, que se mantuvieron muchos activos hasta la posguerra, cuando las fábricas de harina los condenaron al ostracismo. Ahora, recuperada la sensibilidad hacia nuestro patrimonio, ha sido restaurado de una manera ejemplar.