Por muchos es sabido que el Andévalo es una de las zonas de España, solamente superada por Castilla la Mancha, con más molinos de viento. Los ingenios, colocados en los cerros de los pueblos y cercanos a los trigales, aprovechaban el viento atlántico para moler hasta 24 fanegas de trigo al día. Pero con la llegada de las fábricas de harina en el siglo XX apenas unos sobrevivieron hasta la postguerra española. Finalmente todos se vieron condenados a la suerte del abandono.
Gracias a su sólida construcción con forma troncónica y en mampostería y piedra fueron capaces de resistir muchas décadas sin el más mínimo mantenimiento. Pero desde hace poco tiempo hasta ahora las administraciones mostraron el interés necesario por recuperar estos molinos, que tanta hambre quitaron en nuestra tierra.
De entre todos los recuperados solamente unos cuantos siguen en uso, aunque distinto al suyo original. En el municipio de El Almendro se construyeron cuatro molinos con una arquitectura similar a los anteriormente descritos, y destinándolos a un hostal rural con todas las comodidades de la vida moderna. En él se puede alojar y sentir la belleza del entorno. Además en su restaurante se puede probar la rica gastronomía andevaleña, desde los embutidos hasta sus guisos pasando por la repostería tradicional.
Buen ejemplo de cómo salvar nuestro legado puede ser beneficioso para todos.