PatrimonioEstas infraestructuras tan típicas de los entornos rurales, cuya construcción proliferó entre finales del siglo XIX y principios del XX, son la viva representación de la arquitectura popular, empleándose para su construcción técnicas y materiales autóctonos. De tipología muy diversa, todos se caracterizan por su funcionalidad.
Gracias a los lavaderos, las mujeres dejaron de que recorrer largas distancias para hacer la colada en riveras o barrancos bajo las inclemencias del tiempo. Asimismo, encontraron en estos espacios el lugar idóneo donde mostrarse tal y como eran mientras trataban lo asuntos del pueblo sin tapujos. Un fortín femenino donde pocos hombres se acercaban.
Situado en un entorno de gran belleza, representación del devenir tranquilo de los vecinos de La Granada, toma sus aguas de la fuente y el abrevadero de granito que se encuentran a escasos metros.
Este lavadero, con arcos de medio punto y cubierta a dos aguas, dio hasta la década de los ochenta el cobijo necesario a las mujeres mientras lavaban la ropa en sus “refregaderos” de pizarra.
Burros cargados de ropa, tableros tirados por mujeres o cerros cubiertos de sábanas y camisas blancas tendidas al sol se convirtieron en estampas del pasado.
