El agua, fuente de vida y recurso valioso, siempre ha estado vinculado a esta pequeña localidad.
Algunos afirman que La Adelfilla era el nombre del antiguo manantial en torno al que se fundó el primitivo asentamiento del que procede La Granada de Río tinto.
Fontanales de la Sierra de los Gallos nutren sus lavaderos, caños, fuentes y pilares.
En La Granada, las actividades agropecuarias siempre han gozado de una importancia excepcional, incluso en el período de máxima bonanza de la minería.
Estas fuentes son fieles metaforas que reflejan el devenir tranquilo y sosegado de sus escasos doscientos habitantes.
Como si de oasis se trataran, los alargados abrevaderos han saciado la sed del ganado que, desde tiempos inmemoriales, pasta por estas dehesas enmarcadas en un paraje de gran belleza.