Durante la segunda mitad del siglo pasado, e incluso antes, muchos bartolinos tuvieron que hacer sus maletas para poder aspirar a un futuro mejor.
En una época en la que ganarse el sustento para la familia se antojaba bastante más duro que hoy en día, esta fue la única salida para muchos padres que tuvieron que verse solos en países donde lo único que los retenía era el trabajo.
Se vieron alejados de su familia, su pueblo y sus costumbres. Fue una dura elección, pero no tuvieron más remedio.
Ahora, mirando atrás, agradecemos a nuestros antecesores su esfuerzo, su legado de superación personal y su contribución al desarrollo y prosperidad de nuestro querido pueblo de San Bartolomé de la Torre.
Por este motivo en el año dos mil diez el Ayuntamiento colocó una escultura en honor a todos aquellos emigrantes bartolinos.
Situada en la entrada del municipio, recuerda los esfuerzos y la soledad amarga del que se aleja de sus raíces.