Se encienden los ojos cuando le contemplan, como si diamantes vieran.
Los paladares más exigentes se rinden a sus pies.
Y es que no hay nada más exquisito y natural que el jamón. El jamón de Jabugo, por supuesto.
Ante él se rinden los manjares más selectos, como el siervo que se postra ante su rey.
Tanta fama alcanza en todo el mundo que ya supera a su origen y no se sabe que fue antes, si jamón o Jabugo.
Orgullo es de todos sus vecinos, pues gracias a él su nombre es universal.
No es difícil verle crecer y disfrutar en la dehesa, si verdaderamente de Jabugo es, una vida digna de reyes.
Con mimo le cuidan y alimentan hasta llegar a las mejores mesas. Y es que no hay casa que se precie que no desee tenerle colgado, impregnando con su perfume el ambiente.
http://www.jabugo.es/