Entre dehesas de encinas y alcornocales, en perfecta simbiosis, brota de la tierra la ‘Amanita Ponderosa’. Es el gurumelo un manjar de exquisito paladar del que Paymogo ha hecho su inconfundible seña de identidad.
Entre los meses de febrero y mayo se convierte en todo un ritual ir a buscar gurumelos, tarea nada sencilla y que requiere de la diestra mano de expertos, que guardan con celo y hasta con un halo de misterio los secretos de la recolección.
Fruto de la tierra que ha salpicado con gracia los peroles y fogones de la cocina autóctona, resulta imposible no rendirse ante el picadillo de gurumelo, los gurumelos asados, el potaje de gurumelos o sus versiones en tortilla o revuelto.
Tan alta es su fama y su cotización, que hace ya más de una década se celebra cada año, allá por el mes de marzo, la Feria Gastronómica Transfronteriza del Gurumelo, que atrae a visitantes de diversos puntos de España y la vecina Portugal.