Durante la prehistoria la Sierra fue un lugar rico en actividad humana.
Ni mucho menos imaginemos un periodo sin movimientos sociales, sin dinamismo humano en la zona.
Abundan en la comarca yacimientos que atestiguan que el hombre, dando casi sus primeros pasos en un mundo nuevo para él, escogió el sitio para vivir, por entonces, una difícil vida.
Rica en recursos minerales, en caza, y con un clima benigno, imaginemos a los habitantes de este yacimiento viviendo en sus hogares.
Un hombre que sentía como nosotros lo hacemos ahora… que amaba, que sufría y reía como nosotros… nuestros antepasados más remotos.
Dos yacimientos, dos cultura diferentes…
El primero una necrópolis de la Edad del Bronce y en el segundo un poblado de la segunda Edad del hierro, habitado por los celtas.
Los primeros serranos abrieron el camino para el establecimiento de otras culturas, como los romanos y los visigodos.
Encontramos aquí una multitud de tumbas y un conjunto formado por viviendas perfectamente ordenadas, alineadas, con sus muros de mampostería que se comunican entre sí.
Aún no sabemos todo lo que este yacimiento puede contarnos, pues no está excavado por completo.
Pero se podría pensar en una comunidad prospera que vivía en viviendas confortables para la época, tenía deidades, sabía aprovechar sus recursos, practicaba el comercio y usaba en su vida diaria utensilios cerámicos y de metal como vasos, vasijas, cuchillos, telares y platos,…