La Zarza ya era minera antes de nacer. De hecho, desde época romana la actividad minera ha sido una constante en la zona, con pequeñas cortas y excavaciones de manganeso y otros metales.
Pero no sería hasta mediados del siglo XIX cuando la mina de La Zarza comenzó a explotarse de manera sistemática, con la llegada de empresas francesas e inglesas que la situaron como una de las más importantes de la faja pirítica onubense.
Muy cerca del núcleo urbano, creado a partir de esa época, puede contemplarse hoy la corta, que deja al desnudo las entrañas de la tierra, abiertas en canal para ofrecer su riqueza.
Una profunda excavación que, a pesar del inexorable paso del tiempo, conserva aún parte de las antiguas instalaciones, malacates y pozos que retrotraen la memoria a los años de trasiego de obreros, descargas, vagonetas y ferrocarriles cargados de mineral.