El municipio de Berrocal se integra perfectamente entre el Río Tinto, los inhóspitos barrancos y la masa forestal, siendo su entorno natural de embriagadora y sencilla belleza.
Esta riqueza cinegética permitió a los repobladores cristianos que llegaron durante la Reconquista, tras el abandono paulatino de la minería por los romanos en el siglo V, adaptar sus vidas al pastoreo, la explotación agrícola, la caza o la recolección de miel,actividades que siguen siendo de gran importancia para la economía local.
Los cercados que rodean el núcleo urbano y que datan del siglo XIV son el vestigio más claro de esa vocación agrícola y ganadera. Son paredes levantadas con piedra sobre piedra, sin ningún tipo de mortero o argamasa que, en ocasiones, puede llegar a alcanzar varios kilómetros de longitud.
El entramado de los viejos cercados de la Villa, un ajedrezado de piedras que acotaban el bien más valioso y que durante generaciones fue la principal forma de vida de los habitantes de esta localidad: la tierra, no sólo sigue en pie, sino que constituye un hermoso atractivo del paisaje embriagador de Berrocal.
Hoy día, los cercados acotan tierras dedicadas a huertos, pastos para el ganado o simplemente tienen una vocación forestal con manchas arbóreas de especies autóctonas.