Donde hay agua hay vida, y eso lo sabían perfectamente los molineros. No en vano las ciudades y los pueblos solían levantarse cerca de ríos o manantiales.
El origen de los molinos de agua de Arroyomolinos de León es incierto. Fuentes, abrevaderos, pozos… En estos espacios se desarrollaba la vida entonces. Y los molinos constituían el núcleo central en las relaciones sociales de la comarca, especialmente de los arroyencos.
Los molinos eran habituales desde el siglo quince, llegándose a contar más de doscientos. Siempre se consideró a Arroyomolinos de León el pueblo más especializado en estas labores, albergando la treintena. Por eso son seña de identidad de este pueblo.
Al principio el molinero recibía un kilo de harina por cada fanega molida. Como no se molían cantidades grandes por miedo a que se perdieran, las visitas eran muy frecuentes. Esto convertía a estos lugares en centros de reunión bastante animados. Su declive llegó en el siglo veinte, cuando el estado prohibió usarlos en favor de las fábricas de harina.
Ahora este, llamado “de Atanasio” y declarado patrimonio histórico, es un bello centro de interpretación que evita que se pierda la memoria de este antiguo y, antes, importante oficio.