Esta tranquila aldea situada al sur del término municipal de Zalamea la Real, rodeada de encinas, alcornoques y paisaje sinuoso, mira con nostalgia al pasado.
Sus calles empedradas, las modestas viviendas de roca o pizarra encaladas y tejas de barro nos transportan al siglo XIX cuando este caserío,ahora eminentemente agrícola, prosperó al amparo de la extracción cobre.
No muy lejos, entre la dehesa donde se alimenta el cerdo ibérico, destaca la mina de El Castillo, cuya muesca delata la actividad minera en la zona desde tiempos de los romanos. No en vano, un tren minero unía la explotación y el caserío con la localidad de San Juan del Puerto para, una vez allí, proseguir hasta los muelles de la capital. En la actualidad, la modesta estación de ferrocarril y el que fuera el primer puente de hierro que se construyó en la provincia de Huelva son ecos de aquellos tiempos.
Afortunadamente, el caserío nunca renunció a su carácter agrícola, consciente de la riqueza natural que le envuelve. Esas raíces originales arraigadas a la agricultura y la ganadería le han permitido sobrevivir a los vaivenes de la actividad minera que tanto ha condicionado esta comarca.